Será un sentimiento genuino, será quizá una pose más con miras al proceso electoral, lo cierto es que el afán del PRD michoacano por reconocer a sus fundadores debería abarcar un espectro más amplio que un aplauso y una palmada al hombro.
Y es que, de manera recurrente, los fundadores del PRD en esta región, en su mayoría personas de la tercera edad no han servido en los planes políticos más que para rellenar mítines y plazas durante los eventos políticos.
Este interés del PRD en reconocer la labor de los fundadores deberá ir más allá que la entrega de una hoja de papel membretado y el abrazo, acaso sincero, de los dirigentes estatales y locales, debe darse a la llamada vieja guardia del PRD una muerte política digna y dejar de darle migajas a cambio del apoyo prestado.
En el caso de Jiquilpan resulta indignante la actitud del PRD que por un lado se desgarra las vestiduras cuando grita por una justicia social que no son capaces de aplicar cuando están en el poder; resulta frustrante la postura adoptada por el PAN a convertirse en desgarbada y triste comparsa del poder municipal mientras un vetusto y decadente PRI intenta dar una cara jovial a través de aspirantes a los que por las coyunturas del cuerpo se les ven los hilos que los manejan.
Y es en ese orden de ideas que valdría la pena analizar quiénes quieren, pero sobre todo quiénes pueden llegar a palacio municipal de la tierra de Los Cárdenas; para empezar, la vapuleada que le ha colocado el ex alcalde Jorge Romero al edil Francisco Mora con el asunto de la plaza Zaragoza deja en claro dos cosas: primero, que el dos veces presidente Jorge Romero es todavía la figura dominante en el priismo de Jiquilpan y la otra es que al también dos veces alcalde Francisco Mora no le basta la altura política lograda para medirse con el último estandarte que le queda al PRI de Jiquilpan.
Mientras PRI y PRD se enfrascan en un tema político-ecológico, el PAN sufre dolores internos porque al seno de esta institución se está gestando una separación brutal que amenaza con atomizar el núcleo azul de este municipio y es que ya se apuntaron a la pre candidatura Raúl Corona, Germán Naranjo, Salvador Vargas, Marco Flores y el sempiterno candidato panista Carlos Gómez que, de darse, estaría jugando su tercer campaña a la presidencia municipal de Jiquilpan.
Sin embargo los presidentes de los comités del PRI, Juan Manuel Heman y del PRD, Salvador Ávila alistan sus armas para entrar también de lleno a la contienda y aunque la lógica indica que Salvador Ávila podría ser el candidato perredista, lo cierto es que ello dependerá en gran medida de la proyección que el municipio dé a Miguel Mejía como director de obras públicas mientras que en el PRI parece que Juan Manuel Heman sólo desea ser candidato a diputado local, en carácter de suplente, papel que esta película política parece estar escrito especialmente para él.
Y es que, de manera recurrente, los fundadores del PRD en esta región, en su mayoría personas de la tercera edad no han servido en los planes políticos más que para rellenar mítines y plazas durante los eventos políticos.
Este interés del PRD en reconocer la labor de los fundadores deberá ir más allá que la entrega de una hoja de papel membretado y el abrazo, acaso sincero, de los dirigentes estatales y locales, debe darse a la llamada vieja guardia del PRD una muerte política digna y dejar de darle migajas a cambio del apoyo prestado.
En el caso de Jiquilpan resulta indignante la actitud del PRD que por un lado se desgarra las vestiduras cuando grita por una justicia social que no son capaces de aplicar cuando están en el poder; resulta frustrante la postura adoptada por el PAN a convertirse en desgarbada y triste comparsa del poder municipal mientras un vetusto y decadente PRI intenta dar una cara jovial a través de aspirantes a los que por las coyunturas del cuerpo se les ven los hilos que los manejan.
Y es en ese orden de ideas que valdría la pena analizar quiénes quieren, pero sobre todo quiénes pueden llegar a palacio municipal de la tierra de Los Cárdenas; para empezar, la vapuleada que le ha colocado el ex alcalde Jorge Romero al edil Francisco Mora con el asunto de la plaza Zaragoza deja en claro dos cosas: primero, que el dos veces presidente Jorge Romero es todavía la figura dominante en el priismo de Jiquilpan y la otra es que al también dos veces alcalde Francisco Mora no le basta la altura política lograda para medirse con el último estandarte que le queda al PRI de Jiquilpan.
Mientras PRI y PRD se enfrascan en un tema político-ecológico, el PAN sufre dolores internos porque al seno de esta institución se está gestando una separación brutal que amenaza con atomizar el núcleo azul de este municipio y es que ya se apuntaron a la pre candidatura Raúl Corona, Germán Naranjo, Salvador Vargas, Marco Flores y el sempiterno candidato panista Carlos Gómez que, de darse, estaría jugando su tercer campaña a la presidencia municipal de Jiquilpan.
Sin embargo los presidentes de los comités del PRI, Juan Manuel Heman y del PRD, Salvador Ávila alistan sus armas para entrar también de lleno a la contienda y aunque la lógica indica que Salvador Ávila podría ser el candidato perredista, lo cierto es que ello dependerá en gran medida de la proyección que el municipio dé a Miguel Mejía como director de obras públicas mientras que en el PRI parece que Juan Manuel Heman sólo desea ser candidato a diputado local, en carácter de suplente, papel que esta película política parece estar escrito especialmente para él.
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