sábado, 16 de octubre de 2010

“La historia de Jiquilpan no tiene porque ser fantasiosa”: Álvaro Ochoa Serrano.


Para el historiador e investigador del Colegio de Michoacán Álvaro Ochoa Serrano en el marco del bicentenario del inicia de la Guerra de Independencia se omitieron festejos significativos en el municipio de Jiquilpan y que no han sido reconocidos debidamente.
De manera concreta el autor de Jiquilpan-Huanimban, una historia confinada hace referencia al episodio de Los Quintados: “La historia de Jiquilpan no tiene porque ser fantasiosa. Hace más de cien años, el gobierno del estado recogió “Quintas en Jiquilpan” Recuerdos de la Guerra de Independencia; los ejecutados, exactamente en el jardín norte de la ciudad, esperan otra justicia”.
Destacó que en ese lugar llamado Jardín Lucía de la Paz en honor a una heroína cuya existencia histórica no ha sido comprobada fue donde fueron ejecutados 18 pobladores de este municipio entre los que se encontraba José Gabriel Bautista quien solicitó al jefe realista morir en lugar de su padre que había sido seleccionado para la ejecución por lo que señaló que sería de justicia elemental que este jardín ubicado en lo que fuera el antiguo panteón civil fuera nombrado Jardín Bautista López o Héroes de Jiquilpan.
Asentó también que la prueba de este hecho ocurrido a mediados de 1811 se encuentra en el Archivo Parroquial de Jiquilpan en el apartado de Entierros del libro de castas correspondiente al periodo 1804-1822, f34v, con una acotación al margen que señala “Partida de los arcabuceados que cogieron prisioneros en la guerra de esta jurisdicción”.
“José Gabriel Bautista ofreció ocupar el lugar de su padre Juan Bautista López y sufrir la muerte”, de hecho este acto se consigna también en el Bosquejo Histórico y Estadístico del Distrito de Jiquilpan de Ramón Sánchez editado en 1896.
De acuerdo a las diversas monografías editadas de los municipios de la región Ciénega hay coincidencias en señalar que el realista Manuel del Río, con una fuerza numerosa, rodeó la población e hizo prisioneros como a un centenar de vecinos, los más de ellos mulatos e indios; tras quintarlos, tomando a uno de cada cinco, les dio muerte. Ignacio Salceda, Ignacio Baca, Ignacio Sánchez, Esteban Crisanto, Francisco Hernández, José María Lázaro, Pedro Celestino, José Domingo Ocaranza, Andrés Domingo, Agustín Jaso, José María Ramírez, José Barajas, Cayetano Bernal, José María Bustos, Gabriel Bautista, J. María Ceja, Santos Vera e Ignacio Cuéllar, dieciocho señalados, fueron ahorcados “en los árboles de un punto que está al Norte y que aún lleva el nombre de Los Colgados”. El día veinte y cuatro de julio de 1811, el cura provisional de este partido sepultaba en el cementerio de la parroquia, decapitados, y “(con permiso superior) a los cuerpos de diez y ocho que por la justicia se habían pasado por las armas.

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