Cierto es que son necesarios los amarres con miras al proceso electoral venidero, pero en base a esa necesidad algunos actores políticos caen lo bizarro y a veces entran a laberintos en los que la salida es cada vez más lejana.
De manera concreta en el PRD de Jiquilpan parecen haber entendido que luego del trascurrir de la actual administración municipal es necesario un cambio radical en la forma de buscar electores y entre los cambios que se plantean se encuentra una alianza de facto con huestes priistas y recurren a lo que parece ser el último de los grandes iconos del PRI en la tierra de los Cárdenas.
Todo parece indicar que Luis Bautista, Salvador Ávila, Moisés Arredondo y Marco Antonio Cano, entre otros, tendrán que hacer un compás de espera en sus aspiraciones políticas dentro del partido del Sol Azteca ya que según empleados de una constructora local, el candidato sería el todavía priista Salvador Romero, hijo de una casi leyenda en el ámbito político-electoral municipal.
Nada raro sería que Salvador Romero, excelente orador, fuera el candidato del PRD pues desde hace mucho tiempo que la facilidad y la credibilidad de palabra vienen siendo el talón de Aquiles de este instituto político.
Pero, créame usted, la política en Jiquilpan, se cuece aparte, es harina de otro costal es muy sui géneris, y mientras los analistas políticos locales tratan de ver cuadros políticos en eventos sociales, lo cierto es que cada semana en un lugar distinto se reúnen personales representativos de los tres partidos con la intención de incidir en la elección municipal del próximo año.
Este grupo, al que nada le importa ni la diputación local ni la gubernatura, prepara ya un proyecto de candidato y entre los requisitos que demandan se encuentran que tenga credibilidad, que sea conocido y respetado por la población, que garantice el triunfo y, sobre todo, que cuente con recursos suficientes para soportar la candidatura sin esperar las aportaciones, magras y tardadas, del partido postulante, piden pues, ganar la elección sin más trámite y cifran sus esperanzas en un médico local llamado Clemente Covarrubias que en cuestión política es un completo desconocido con tonalidades grises.
Y en la creencia que la presidencia municipal es una mercancía que se pone de oferta existen políticos, ex funcionarios municipales, que en reuniones de amigos dicen tener el dinero suficiente para abrir la puerta de palacio municipal lo que lleva a pensar en el viejo dicho que dice: “Sacristán que vende cera y no tiene cerería… ¿de dónde la sacaría?
De manera concreta en el PRD de Jiquilpan parecen haber entendido que luego del trascurrir de la actual administración municipal es necesario un cambio radical en la forma de buscar electores y entre los cambios que se plantean se encuentra una alianza de facto con huestes priistas y recurren a lo que parece ser el último de los grandes iconos del PRI en la tierra de los Cárdenas.
Todo parece indicar que Luis Bautista, Salvador Ávila, Moisés Arredondo y Marco Antonio Cano, entre otros, tendrán que hacer un compás de espera en sus aspiraciones políticas dentro del partido del Sol Azteca ya que según empleados de una constructora local, el candidato sería el todavía priista Salvador Romero, hijo de una casi leyenda en el ámbito político-electoral municipal.
Nada raro sería que Salvador Romero, excelente orador, fuera el candidato del PRD pues desde hace mucho tiempo que la facilidad y la credibilidad de palabra vienen siendo el talón de Aquiles de este instituto político.
Pero, créame usted, la política en Jiquilpan, se cuece aparte, es harina de otro costal es muy sui géneris, y mientras los analistas políticos locales tratan de ver cuadros políticos en eventos sociales, lo cierto es que cada semana en un lugar distinto se reúnen personales representativos de los tres partidos con la intención de incidir en la elección municipal del próximo año.
Este grupo, al que nada le importa ni la diputación local ni la gubernatura, prepara ya un proyecto de candidato y entre los requisitos que demandan se encuentran que tenga credibilidad, que sea conocido y respetado por la población, que garantice el triunfo y, sobre todo, que cuente con recursos suficientes para soportar la candidatura sin esperar las aportaciones, magras y tardadas, del partido postulante, piden pues, ganar la elección sin más trámite y cifran sus esperanzas en un médico local llamado Clemente Covarrubias que en cuestión política es un completo desconocido con tonalidades grises.
Y en la creencia que la presidencia municipal es una mercancía que se pone de oferta existen políticos, ex funcionarios municipales, que en reuniones de amigos dicen tener el dinero suficiente para abrir la puerta de palacio municipal lo que lleva a pensar en el viejo dicho que dice: “Sacristán que vende cera y no tiene cerería… ¿de dónde la sacaría?
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